"La música es el placer que el alma experimenta contando sin darse cuenta de que cuenta" (Gottlieb Leibnitz)
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lunes, 6 de septiembre de 2010
TORD GUSTAVSEN - THE GROUND
Llegar a ECM desde Noruega no es difícil, hacerlo debutando y a cierta edad, sí. Una trilogía en trío ha dado a conocer un pianismo quedo y abreviado que entorno a la proximidad sensitiva extiende una atmósfera melódica. Su música depara lugares infrecuentes de poesía en un terreno tan visitado como la balada.
Inmersión poética
Dice Saúl Yurkievich refiriéndose a la escritura de Julio Cortázar, “la buena prosa es como el jazz, es escritura jazzística. Cautiva por su swing, por su tensión rítmica. Puja entre tema y variación, entre lo que se retoma y lo que se inventa”. Nada a priori parece relacionar, excepto quizá una sólida estructura que se expresa mejor en la narración corta, al genial escritor argentino con el pianista noruego. En cambio, materia y forma, significado y significante parecen fundir a ambos en la dialéctica vital entre lo adquirido y lo creado. La improvisación y la poesía prestan energía expansiva a su prosa breve.
El acercamiento a Tord Gustavsen (Oslo, 1970) puede resultar engañoso al principio. Pianista de gran impregnación melódica absorbida del folk, el blues, los espirituales y los boleros, concebida en tiempos lentos deudores del género balada, su música podría resultarnos en exceso clásica, incluso añeja, para un joven intérprete como él. “El estudio del jazz clásico ha sido determinante en mi formación, pero cada uno debe encontrar su pathos. Antes que jazz escuché música sacra en forma de himnos, canciones de cuna, espirituales y bastante música occidental. Todos estos elementos son importantes en mi bagaje, luego encontré en “mi” jazz la forma de hacerlos dialogar con fundamento. Pero este proceso tiene que ser, necesariamente, orgánico, venir de dentro, no a través de una idea preconcebida”.
Estilos que giran alrededor del blues antiguo, calor de recogimiento latino, uniformidad en las duraciones que fija un esquema de canción, salvo la respiración espaciada que caracteriza al sello alemán, su estilo va a contracorriente de lo que entendemos por jazz nórdico. “Ciertamente todas esas esencias son muy importantes para mi, también el folk escandinavo, las danzas de la zona rural de Noruega lo son. Pero estas influencias no son evidentes, están debajo de la superficie, drásticamente transformadas. Hay distintas corrientes en mi música, pero intento naturalizarlas tanto desde la meditación como desde la integración”. El factor referencial que otorga coherencia a su estilo, a ese toque bluesy a la vez contrapuntístico y resonante, es "Keith Jarrett en los setenta al frente del cuarteto nórdico, sin duda, una de mis mayores influencias”.
Profundidad expresiva
El aliento poético -lírico, romántico, religioso incluso- que emana de esta música podría embriagar fácilmente los sentidos, confundiéndolos... “La gente reacciona de muy diferente manera en la escucha, algunos sólo aprecian la `belleza´ desde un punto de vista superficial. No voy a intentar convencerles. Hacer música para mi sólo tiene significado si me involucra al mismo tiempo como oyente y como intérprete. Sin ser banal, entendí que necesitaba tocar lo que me gustaría oír, no lo que se suponía que debería esperar que debía hacer como músico”. El mensaje de Gustavsen requiere de repetidas y reposadas escuchas para apreciar la veracidad penetrante de esa atmósfera melódica que trasciende los perfiles. “Tiene que venir de una auténtica pasión por las melodías, por la intensidad del momento. La música sincera proviene de la intensidad que produce la expresión emocional combinada con la destreza y la claridad”. Clave en esa construcción del clima pero también instigador de cierta austeridad expositiva es el silencio. “Te da la llave para escuchar lo que no debes tocar de más”.
Triología I
Los tres discos publicados en ECM denotan una sutil evolución en el planteamiento del trío. Infundido por el significado y el significante de la forma balada sobre escritura original, su maestría reside en abordar este territorio desde distintos planos, intercalando silencios, ganando progresivamente en apertura de espacios, equilibrio instrumental e intensidad rítmica. Fundado poco antes de su debut discográfico en 2003, el grupo mantiene hoy la formación original, con Harald Johnsen al bajo y Jarle Vespestad a la batería. “Percibo un desarrollo en los tres álbumes, así como también una fuerza unificadora”. Su estilo queda expuesto con todo lujo de detalles en Changing Places: baladas folk-blues-bolero-standard que derivan en falso tango (Where Breathing the Stars) o en un vals lento (Melted Matter). Son melodías cantables dispuestas en esquemas sencillos y desarrolladas en un tiempo que parece detenerse pese a su limitada duración. La concisión promovida por el silencio es una de sus virtudes, más apreciable si cabe en lacónicos y contados interludios a piano solo repartidos en cada una de las entregas. “No suelo dar conciertos a piano solo, prefiero tocar en solitario en algunas secciones con el trío, en interludios o en introducciones”.
Triología II
The Ground tuvo éxito en su país, dentro y fuera de las listas de jazz. En este trabajo se aprecia una mayor presencia temática del folk-blues e inevitablemente de la vehiculación bluesy proporcionada por el Jarrett de Belonging o My Song. Como consecuencia de lo antes apuntado, se hace más evidente la canción popular latinoamericana. En Token of Tango, el género bonaerense queda despojado de la tensión métrica y también del apasionamiento trágico. La energía del sonido va en aumento aunque los tiempos siguen siendo lentos; los contrastes entre las funciones melódica y rítmica (más asimétrica) se acentúan sin que desaparezcan los pianísimos; hay mayor libertad de gestos en piezas como Twins. La ornamentación en arabescos, sugerida en otras ocasiones, remite aquí a Ravel. “Los conciertos en directo son distintos a las sesiones en estudio. Funcionamos casi como una banda de pop cuando mantenemos la fidelidad al tema original, aunque hay libertad suficiente como para que tomen direcciones insospechadas”.
La línea aperturista llega hasta su reciente tercer disco, y en buena medida estos cambios se deban a las experiencias en vivo y a facilitar más espacio para la improvisación. Being there, tema y disco, es consecuencia del proceso anunciado en The Ground, esa personal mezcla en la que confluyen canción latina y Jarrett, impresionismo y blues. El relato corto, en la intensidad sostenida del instante, incita al bosquejo (Sani) o al detalle inacabado (Where We Went). La tensión suspendida que ahora presenta el trío participa del folk-blues añadiendo cierto groove (Blessed Feet, Svensson-Jarrett) y de la respiración poética, bien romántica (Vicar Street recuerda a Melhdau) bien religiosa (Still there, gospel). Hay mayor insistencia en las líneas melódicas a través de la repetición o el uso de trémolos, pero el piano cede su protagonismo favoreciendo la interacción entre las partes. Música meditativa antes que contemplativa (Cocoon).
Tord Gustavsen acaba de recibir un encargo de composición para conjunto de saxofón, voces, bajo y batería, mientras mantiene el trío y gira a dúo con el saxofonista Tore Brunborg. Pero quizá la colaboración más llamativa (todas marcadas por la creación noruega) es la que realiza junto al grupo coral femenino de música antigua Trio Mediaeval, en cuyo repertorio hay piezas escritas por el pianista inspiradas en poemas sufíes.
*Jesus Gonzalo - Cuadernos de Jazz.
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TORD GUSTAVSEN - THE GROUND - ECM 1892 - 2004 -
Tord Gustavsen — piano
Harald Johnsen — double bass
Jarle vespestad — drums
01. Tears Transforming [5:38]
02. Being There [4:17]
03. Twins [4:57]
04. Curtains Aside [5:15]
05. Colours Of Mercy [6:09]
06. Sentiment [5:35]
07. Kneeling Down [5:48]
08. Reach Out and Touch It [5:49]
09. Edges of Happiness [3:07]
10. Interlude [2:03]
11. Token of Tango [4:12]
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