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lunes, 1 de marzo de 2010

PABLO RECORDS





PICASSO A RITMO DE JAZZ
El genio malagueño puso nombre y logotipo a Pablo Records, un sello creado en 1973 por el coleccionista Norman Granz. La firma editó más de un centenar de grabaciones de mitos como Ella Fitzgerald, John Coltrane o Dizzy Gillespie
La amistad surge en lugares extraños. La de Norman Granz y Pablo Ruiz Picasso creció en el prado verde de una mesa de ping pong. Dos zurdos acostumbrados a ganar jugando partidas a cara de perro en la casa del empresario discográfico. Granz era uno de los grandes popes del jazz y empleó parte de su fortuna en reunir una gran colección de obras arte en la que predominaban los 'picassos'. Ambos se conocieron en 1968 y su amistad se prolongó hasta la muerte del artista en 1973. Ese año, Granz puso en marcha su última aventura: Pablo Records. Su nombre y su logotipo se debían al creador malagueño.
La tradición ha repetido el gusto de Picasso por el flamenco, por el ballet, por las composiciones de Manuel de Falla, por los violines y guitarras en sus obras cubistas. Pero los vínculos del genio con el jazz permanecen poco estudiados. Y había hilos de los que tirar. Por ejemplo, el encuentro del malagueño con el trompetista Miles Davis en 1949. Quizá sea casualidad, pero al autor del mítico 'Kind of blue' le apodaron durante años 'El Picasso del jazz'. O el caso de Pablo Records, un sello que durante catorce años editó más de un centenar de grabaciones de leyendas como Ella Fitzgerald, John Coltrane, Dizzy Gillespie o el mismo Miles Davis.
En 1987, Pablo Records pasó a manos del gigante Fantasy Records y su estela se fue apagando. Pero su llama puede volver a prender. Es el sueño que maneja Alla Yanovsky. Hace un año, esta pianista ucraniana encontró en una tienda de discos de Ámsterdam el vinilo 'Tatum-Hampton-Rich... Again!'. En su margen superior izquierdo, un misterioso sello: 'Pablo'. Y empezó a indagar.
En plena ebullición
«Para mí Picasso es sinónimo de jazz. He ofrecido varios conciertos en el Museo Picasso Málaga y no sé por qué, pero siempre siento que a él le tenía que gustar esa música. El jazz y Picasso coinciden en plena ebullición a mediados del siglo pasado, por entonces Picasso conoce a Granz y entre los dos idean Pablo Records. Hay quien dice que a Picasso no le interesaba mucho la música, pero yo creo que sí era un gran amante del jazz», sostiene Yanovsky.
La pianista ha investigado durante un año las relaciones del pintor malagueño con el jazz. Además, Yanovsky recuerda en su trabajo la influencia musical en las creaciones de Klee, Kandinsky o Matisse. «El hecho de que Picasso cediera una obra suya para que fuera el logotipo de la discográfica y que Granz le pusiera a la compañía Pablo Records demuestra no sólo la amistad entre ambos, sino la admiración de Granz por el trabajo de Picasso y el interés de este por el jazz», añade.
¿Pero quién era Norman Granz y cómo entabló amistad con Picasso? El nombre de este empresario norteamericano forma parte de la historia del jazz. Fue de los primeros en sacar a esta música de la marginalidad, en denunciar el racismo padecido por muchos de sus intérpretes negros. Así, abanderó la lucha contra la división de los clubes en locales para blancos y para negros.
Además, Granz ejerció como representante de Ella Fitzgerald, Oscar Peterson o Duke Ellington y trató de enderezar las erráticas biografías de Billie Holiday o Charlie Parker. Pero, sobre todo, Granz intuyó antes que casi nadie la necesidad de registrar las sesiones de improvisación de aquellos músicos legendarios.
Con esta premisa, fundó los sellos Clef, Norgran y Verve. Este último lo vendió a Metro Goldwyn Mayer en 1960. Un año antes, Granz se mudó a Suiza. Desde allí promocionó a sus artistas en Europa y con los beneficios de esa imparable actividad musical hizo crecer su colección de arte contemporáneo. Entre sus debilidades estaban las obras de Picasso, a quien conoció en 1968.
El testimonio de Greta, la mujer de Granz, ofrece algunas pinceladas de aquella relación: las visitas casi semanales durante algunos meses, las encarnizadas partidas de ping pong o dedicatoria con la que Picasso firmaba sus obras compradas por el empresario discográfico: «Pour mon ami Norman Granz» (Para mi amigo Norman Granz).
Una relación que Roland Penrose recoge en 'Picasso. His life and his work', considerada la biografía de cabecera sobre el genio malagueño. Y más referencias. En el libro de Elizabeth Cowling 'Visiting Picasso: the notebooks and letters of Roland Penrose' también aparece Granz; pero no como amigo, sino como un coleccionista de 'picassos' de primer nivel.
Gran mecenas
No en vano, Cowling recuerda la exposición que Penrose organizó sobre Picasso en el Institute of Contemporany Art de Londres. Más de 40 piezas procedentes de fondos privados. La muestra iba desde paisajes de Málaga pintados en 1895 hasta dos cuadros cedidos por Granz. Referencias notables: una versión de 'El rapto de las sabinas' (1963) y un 'Mosquetero' (1969).
Fue a la muerte de Granz en 2001 cuando su colección de 'picassos' desplegó su extraordinaria magnitud. Tanto es así, que Christie's organizó un año después una multitudinaria subasta. En ella, 'La guenon et son petit' (1951), una pieza de bronce que decoraba el salón de la casa londinense de los Granz, se vendió por 6,7 millones de dólares, el precio más alto pagado por una escultura de un autor español.
Así que Pablo Records no parece el último capricho de un empresario excéntrico. Suena más bien a homenaje, a un cruce de regalos después de años de complicidad: el artista da el logotipo a uno de sus grandes compradores y este, a cambio, le coloca a la empresa el nombre del pintor.
Más estudios
Sin embargo, quedan líneas de sombra por estudiar en este gesto postrero de Picasso. Por eso, Alla Yanovsky ha buscado el apoyo de la Fundación Málaga. Juntos van a pegar a las puertas de la Universidad de Málaga, del Museo Picasso y de la Casa Natal. El objetivo es crear un grupo de investigación que indague en la historia de Pablo Records y en el posible influjo del jazz en la obra del autor malagueño.
Y queda más. Un sueño, quizá: que Pablo Records renazca como sello discográfico desde la ciudad natal del pintor. La Fundación Málaga ha encargado un estudio jurídico para comprobar la viabilidad del proyecto. Quiere que el nombre de Picasso siga sonando, quién sabe si a ritmo de jazz.


*Fuente: Antonio Javier Lopez - sur.es

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